Por ello, ¡gracias medios de comunicación, SEP y gobierno de México (tres instituciones distintas y una misma basura verdadera)!
no hacer nadao ver televisión
Mónica Mateos-Vega
Jueves 16 de diciembre de 2010, p. 4
Los datos de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que ayer dio a conocer el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) indican que 42 por ciento de las personas casi nunca disponen de tiempo libre entre semana y que cuando lo tienen prefieren, en su mayoría, descansar (16 por ciento) o ver la televisión (15 por ciento).
Si los mexicanos tuvieran más tiempo libre, su primera opción sería no hacer nada
(22 por ciento), seguidos de quienes preferirían practicar más actividades físicas o deportivas (15 por ciento).
Sólo 7 por ciento preferiría realizar actividades artísticas en caso de tener tiempo.
El CNCA señaló que se trata de la primera vez se lleva a cabo un análisis nacional
, en estos rubros.
Las dos principales ideas que las personas relacionan con la cultura son la educación y el arte, seguidas de las tradiciones, la cultura misma, la música y el conocimiento.
Entre las personas que respondieron que fueron al cine los tres meses previos a la encuesta, 90 por ciento manifestó que no vio películas mexicanas. 42 por ciento del público prefiere las cintas de acción y 14 por ciento las comedias.
Los que fueron a la danza en el reciente año, prefierieron la folclórica o tradicional mexicana (59 por ciento) por encima del ballet clásico (17 por ciento) y la danza contemporánea (11 por ciento).
Asimismo, 48 por ciento de las personas que fueron a algún concierto en los pasados 12 meses lo hizo a un show grupero o de banda, sólo 3 por ciento acudió a recitales de música clásica y 2 por ciento a la ópera.
Si bien 72 por ciento de los encuestados manifestó que acostumbra escuchar música grabada, 64 por ciento dijo que compraba la música en el tianguis, la calle o con vendedores ambulantes. Sólo 21 por ciento de los consumidores de discos los adquiere en tiendas especializadas.
De 8 por ciento de quienes en los recientes meses fueron al teatro, 6 por ciento lo hizo en la explanada de su pueblo y 5 por ciento fue público del teatro Blanquita; sólo 2 por ciento acudió a algún centro cultural. Los gustos teatrales de los mexicanos se inclinan por la comedia (47 por ciento).
La zona arqueológica que prefiere visitar el público es Teotihuacán, en cuanto a museos, el Nacional Antropología y el de Cera (ambos ubicados en la ciudad de México).
A la música, el teatro, el cine y a las zonas arqueológicas se deja de ir por falta de tiempo y dinero, mientras a la danza, las exposiciones de artes plásticas y los monumentos históricos porque no interesan.
Setenta y nueve por ciento de los encuestados dijo que en los recientes 12 meses no compró ningún libro y 68 por ciento que no leyó ninguno.
Entre quienes respondieron que sí adquirieron algún volumen, 5 por ciento fue de superación personal y 3 por ciento de temática religiosa, mismo número que quienes compraron libros de cocina o infantiles.
Televisión, el medio más popular
Veintiocho por ciento de las personas que nunca han acudido a una biblioteca argumentan que no les gusta leer o no les llama la atención.
En cuanto a las preferencias literarias domina la novela, seguida por la historia y los temas de superación personal.
Ochenta y siete por ciento de las personas no fue a ningún centro cultural en los recientes 12 meses, 81 por ciento no visitó ningún monumento histórico (el periodo medido incluye los ocho primeros meses del año de los festejos del bicentenario de la Independecia y el centenario de la Revolución).
De 84 por ciento que respondió que no practica ninguna actividad artística, argumentó que no lo hace porque no le gustaba (38 por ciento). 26 por ciento respondió que en su comunidad hacían falta los espacios culturales.
La televisión es, por mucho, el medio más popular, visto por 90 por ciento de los mexicanos, en su mayoría más de dos horas diarias (40 por ciento lo hace).
Veintitrés por ciento dijo preferir los noticiarios y 21 por ciento las telenovelas; 97 por ciento de las casas de los entrevistados contaban con televisor y sólo 32 por ciento manifestó que usaba Internet.
La mayoría de los encuestados (24 por ciento) tenía entre 13 y 20 años, con grado de estudios de secundaria (33 por ciento), 70 por ciento católicos.
El levantamiento de la muestra, dijo el CNCA, se realizó en los 32 estados de la República. Se llevaron a cabo 32 mil entrevistas, mil por estado, superando el número de entrevistas y el rango de edad de la población entrevistada en la encuesta de 2003, el mayor número de entrevistas permitió reducir el margen de error
.
La lectura, los diputados y la SEP
Marta Lamas
MÉXICO, D.F., 15 de diciembre.- “Apenas saben leer diputados federales” (Reforma, 29 de noviembre). Sonia del Valle cronometró a los 20 diputados que subieron a tribuna a leer durante la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación y comentó que leyeron en promedio 128 palabras por minuto. Según los Estándares Nacionales de Habilidad Lectora que fijó la SEP, esos legisladores alcanzaron apenas el nivel de sexto de primaria. ¿De qué sirve exhibir a quienes leen lento? Habría primero que cuestionar si ese ejercicio de velocidad es útil o razonable.
En agosto de este año, después de que en la evaluación de la OCDE México sacara el último lugar en lectura, Alonso Lujambio presentó los Estándares Nacionales de Habilidad Lectora. Éstos consisten en el número de palabras por minuto que debe leer en voz alta el estudiante de educación básica: desde el 1º de primaria (35 a 59 palabras) hasta el 3º de secundaria (155 a 160). Marta Acevedo, editora de libros para los que no leen e incansable promotora de la lectura, publicó días después en El Universal (5 de septiembre) un artículo criticando lo preocupante de tal medida: “la propuesta ignora que no por estar en el mismo grado todos los niños son iguales y que los puntos de partida de la población son muy desiguales. Tampoco toma en cuenta que la lectura no es una actividad mecánica, sino que involucra la inteligencia y la afectividad, por decir lo menos. Leer, lo que se dice leer, no consiste en emitir sonidos sino en asignar significado al texto”. El examen que sí hubiera valido la pena hacer es: ¿qué significado otorgaron los diputados a lo que leyeron, qué comprendieron, qué retuvieron?
La capacidad para leer no se mide por la rapidez con que enunciamos las palabras, sino que se adquiere a medida que se ejercitan las habilidades de percepción y cognición. Como la lectura es una actividad de producción de sentido, y no un concurso de carreras, lo importante no es la velocidad, sino usar la cabeza. Se puede leer despacio y reflexionar al parejo, y leer rápido y olvidar lo leído o no entenderlo. Por eso estos estándares de habilidad lectora son un grave error pedagógico, y muy probablemente se convertirán en una tortura para los niños y sus familias, pues además la SEP ha convocado a los padres y madres de los millones de estudiantes de educación básica a compartir 20 minutos diarios de lectura. ¿Qué efecto tendrá, dentro de las diversas familias mexicanas, volver a padres y madres los controladores de la velocidad con la que leen sus hijos? ¿Acaso piensa la SEP revertir así los malos resultados de las evaluaciones de la OCDE? Si bien los padres y madres deben comprometerse con la educación de sus hijos, ¿no producirá rechazo a la lectura por parte de niños y adultos esta absurda exigencia?
En su artículo, Acevedo decía que “buena parte de la población en México está escasamente relacionada con los libros, y aquellos para quienes la lectura fue un mero trámite para pasar de año ahora se enfrentan con un problema que no ha podido resolver el sistema educativo en décadas de reformas y revoluciones educativas. Al tratar a la lectura como una responsabilidad sometida a vigilancia, cumplimiento, calificación, y no como un instrumento para pensar, autoafirmarse o disfrutar, la SEP manifiesta no sólo una grave falta de información sobre el acto de leer, sino que parece ignorar las condiciones de las familias mexicanas que envían a sus hijos a las escuelas públicas. El problema de la formación de personas que lean y escriban es complejo y se relaciona con la historia de un país en el que la educación no ha considerado las características de la población. Hace cien años un buen porcentaje de mexicanos no hablaba el español, sino más de 65 lenguas originarias”.
El patético desempeño educativo de millones de estudiantes es un claro indicador de que las autoridades educativas están incumpliendo con el derecho a una educación pública de calidad. Más que burlarse de la lenta lectura de nuestros diputados, habría que sumarse a la gran movilización nacional, plural y apartidista a que un grupo de ciudadanos, intelectuales y maestros han convocado. El objetivo central de la Coalición Ciudadana por la Educación es enfrentar el arreglo político corporativo que está afectando de raíz al sistema educativo. Se busca el cambio de las reglas escritas y no escritas que crean una “simbiosis atípica” entre el SNTE y la SEP, misma que provoca: 1) la intromisión de la dirigencia sindical en la política educativa, 2) la omisión de las autoridades en su función como garantes del derecho a la educación, y 3) la exclusión de la ciudadanía de la gestión y la rendición de cuentas sobre la educación.
La propuesta de la SEP elude un hecho obvio: El sistema escolar está funcionando para servir a la dirección del sindicato y no a la sociedad. Pasan los sexenios y la estructura de privilegio del SNTE –una rareza si se la compara con sindicatos de trabajadores de la educación de otros países– permanece incólume. ¿Por qué es intocable este horror? La SEP guarda silencio acerca de eso, y también acerca de cómo piensa mejorar la educación pública. Y mientras tanto, continúan apareciendo en la prensa nacional los anuncios sobre los inútiles y contraproducentes estándares de lectura.
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