lunes, 31 de octubre de 2011

De José Emilio Pacheco



Fin de siglo


«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí:
sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos


viernes, 21 de octubre de 2011

Un conocido mío sufrió el "levantón" de un familiar, fueron a denunciar y se encontraron con la abulia de las autoridades. Él no me cuenta mucho y yo tampoco le pregunto tanto: el tiene temor y le respeto su discreción, porque aunque creo no compartirla no sé con certeza qué haría en su caso. Le he sugerido que se acerque a organizaciones que se ocupan de casos así y me dice que no está seguro, que se le hace que, como Sicilia, habrá que darles de besos, cuando lo que se le antoja es patearles los... a quienes tienen la obligación de procurar seguridad persiguiendo a los culpables y haciendo bien su trabajo y que se parapetan en excusas, se avientan la responsabilidad unos a otros y finalmente no hay quien responda.

Sigo creyendo que la unión hace la fuerza pero no puedo forzar a nadie a pensar como yo, menos con un dolor tan intenso y una tristeza y rabia tan profundas. Ante esos sentimientos se siente uno rebasada. Suplicar, como hacen algunas madres, me parece indigno e inútil: ni criminales ni autoridades se enternecerán ante nuestras lágrimas. Ya lo vimos, el Movimiento por la Paz encabezado por Sicilia le apostó, y lo dijo con orgullo, a buscar las fibras sensibles de a quienes brindó abrazos, besos, sonrisas, palmadas en los hombros. No creemos en esa vía sencillamente porque el cristianismo lleva 2000 años promoviendo el amor al prójimo sin conseguir nada, ¿por qué habría de conseguirlo un puñado de hombres y mujeres en el lapso de días o meses? Porque no debemos perder de vista que la guerra, cualquier guerra, es un negocio. Y el elemento que orienta los negocios es la ganancia, no los sentimientos.

En fin, no está por demás la organización y la lucha a diferentes niveles, uno de ellos el diálogo, el trato con las autoridades, que es necesario pero insuficiente y en el cual no debemos depositar demasiadas esperanzas. Pero un diálogo firme y consistente, no uno que un día eche madres, otro exija, otro conceda, otro suplique, otro vuelva a reclamar y al siguiente se desdiga, etc. Difícil camino nos ha tendido el enemigo, o los enemigos: delincuentes y gobierno, que no sabemos si son dos o uno solo.


jueves, 25 de agosto de 2011

Días, días



Hay días en que las cosas sencillas: vivir junto a una plaza verde y plácida, el café en la mañana para bien despertar y el té en la noche para mejor dormir, el olor a lavanda en mi pequeño balcón o las flores del geranio o del rosal frente a mi ventana, la llamada de los hijos y la visita de sus hijos me hacen agradecer al mundo estar aquí nomás, tener ojos y olfato y vivir de a poco, de día a día.

Otros días el cielo se me nubla y me aplasta: el olor a sangre que desprenden las noticias de los diarios, la tv o la red me marea, me apabulla, me noquea; la muerte rondando en cada puente, anunciada en cada manta, promocionada con cada disparo vuelven grito mi voz y ahogo mi respiración. Y quiero volverme un ovillo, una piedra de sal, un animal que hiberna hasta tiempos mejores. Pero quién mejorará los tiempos sino cada uno, yo incluida?

Julieta


Pego aquí un bello poema de Daisy Zamora, acorde a los ánimos de muchos vivientes y sufrientes en este país, hoy.



Algún día los campos estarán siempre verdes
y la tierra será negra, dulce, y húmeda.
En ella crecerán altos nuestros hijos
y los hijos de nuestros hijos…

Y serán libres como los árboles del monte
y las aves.

Cada mañana se despertarán felices de poseer la vida
y sabrán que la tierra fue reconquistada para ellos.

Algún día…

Hoy aramos los campos resecos
pero cada surco se moja con sangre.

DAISY ZAMORA



viernes, 29 de julio de 2011



La verdad que ya no entiendo. Sé que ser de izquierda ya no está de moda.
Fue aventada al rincón de los trebejos por una generación de
jóvenes educados en escuelas privadas, con cursos de "valores", "resolución de conflictos" y entrenados en modos políticamente correctos;
que no suelen alzar la voz, que tienden a hablarse de tú por tú con la clase en el poder, que no ven la raíz de los males que se viven
en la existencia de un sistema económico depredador capaz de cualquier cosa y donde los máximos exponentes son los empresarios (de todo tipo);
por el contrario firmemente creen que los sindicatos, partidos y políticos
deben desaparecer de la faz de la tierra.
Que sustentan la ideología de que no hay que tener ideología.
Que se llaman asimismo apolíticos sin darse cuenta que esa es una afirmación
de su postura política.

Como usufructuaria del sistema público de educación, desde la preprimaria hasta el posgrado, reivindico la importancia de una enseñanza laica, moderada o radicalmente irrespetuosa hacia lo establecido, hacia los bloques que "socialmente" nos señalan como inamovibles, con esperanzas de movilidad social sin los extremos de pretender llegar a la cúspide de los poderes civiles, económicos o religiosos, con escepticismo hacia los grandes logros personales como si los entornos no importaran.

Me veo ahora, en una casa que me protege y me da comodidad y me siento culpable de poder convalecer placenteramente en un cuarto con vista a mi balcón florido, con la sombra de una anacahuita en la ventana y los ladridos de mis perros al otro extremo del patio.

Me siento culpable de poder leer mis libros mientras saboreo una taza de té y mordisqueo una galleta de almendra. Y de saber que, si tengo hambre, pueda saciarla sin problema; si tengo calor puedo refrescarme con un baño a la mano; si tengo sueño cuento con una cama decorosa; si necesito compañía tomo el teléfono y realizo la llamada familiar o amigable necesaria.

¿Cuántos en mi ciudad son como yo? Muchos, pero sé que muchos más, no. Juany me viene ayudar una vez a la semana; ella carece de muchas cosas; ella entiende menos que yo el mundo: no sabe de derechas o izquierdas, ni de filósofos o poetas, ni de libros o escuelas. Ella sabe que su marido le grita y se enoja si no llega antes que él para darle de comer, sabe que su hija acaba de quedar embarazada pero dice que está bien pues ya se va a juntar con el muchacho, aunque ambos apenas tengan 16 años y no terminaron ni la primaria. Sabe que la violencia no les permite salir a partir de las 8 de la noche y que los vestidos de "floreao" (los soldados) suben y se llevan a muchos, a unos con razón y a otros quién sabe.

Cómo le explico que hay que cambiar el mundo si no cree que esto sea posible. Ella suele votar por quien le arregle el agua o le de láminas para su vivienda, como siempre ha sucedido. Me mira y me oye decirle que acepte lo que le ofrecen pero que a la hora de votar ella decida libremente, pero algo me dice
que no me hará caso.

Como en los monos de Patricio, las campañas son época de vacas gordas para los pobres pues reciben dádivas como en ninguno otro momento. Para todas las Juanys y sus familias, igual que para los jóvenes intelectuales que liderean cada vez más causas, la derecha o la izquierda les vale un cacahuate. Para los pobres es entendible ya que no hay experiencia de ningún tipo que avale algo diferente a lo que han vivido siempre. Para los jóvenes educados los coloca en un pseudo centro que apuntala el estado de cosas dándole bocanadas de aire puro y lavando de culpas a los responsables.

Y no, los responsables no somos todos. Algunos si acaso tendremos la culpa de no haber podido convencer a otros de lo podrido del sistema. Pero esa es una culpa bastante menor y entendible. Lo cierto es que milagros, no hacemos, pero por lucha no ha quedado. Otros, sin embargo sí son altamente responsables y deben señalarse con nombres, apellidos, puestos, funciones. Quienes nunca hemos robado o engañado ni evadido impuestos o cometido crímenes podemos señalar, criticar, enjuiciar, al sistema político económico y a sus beneficiarios. Y seguiremos tratando de lograr un cambio hacia otro sistema de justicia y equidad plena. Y eso, discúlpeneme, pero no puede ser enarbolado más que por la izquierda.








miércoles, 22 de junio de 2011

Volver, volver siempre. Renacer una mañana con ánimo renovado. Que las tristezas se vayan por donde vinieron; que retorne el brío y la esperanza.

No importa que afuera siga muriendo gente; o sí importa, pero que no inmovilice, que no apague la sangre, que me deje abrir las ventanas y baje mis muros para ver mi pequeñísimo bosque doméstico de apenas dos árboles y macetones con flores que languidecen por el intenso sol y el calor sin tregua y me permita salir a jugar con mis perros y tranquilizarlos ante
el ruido de las balas.

Regresar con alma justiciera para no perder la oportunidad de gritar ante lo irracional.
¡Ah, la inteligencia, ese don tan escaso y tan escasamente valorado! Pensar es gratis, leí el otro día; razonar ya cuesta más trabajo. Cuestionar lo absurdo, rechazar lo injusto, criticar las verdades absolutas, repudiar la estupidez humana. Dejar de decir sí, para decir: ¿sí?

Testig@s de tanto dolor, tanta miseria, tristeza, decepción, mal trato, hemos quedado noquead@s, bloquead@s, incapaces de reaccionar de manera coherente. Mejor el silencio, el resguardo hasta tiempos más lúcidos. De pronto caer en la cuenta de que eso es precisamente lo que se busca: que el miedo nos atarante, paralice, calle.

Ojalá no lo logren nunca; que al menos haya una voz cuerda que fustigue la indolencia, la deshonestidad, la prepotencia. Una voz fuerte que no tenga miedo al grito. Yo no soy paz. Pedir paz me parece blandengue, tímido, de bostezo. Sin embargo odio la guerra, cualquiera; es la razón de la sinrazón. Sostengo un Guerra a la guerra como un combatir a las ideas que sostienen que la guerra es necesaria, como una lucha sin tregua a los guerreristas.
Muerte a la guerra!






miércoles, 13 de abril de 2011

Allá afuera hay exceso de perversión. Allá afuera los buenos y los malos hacen de las suyas
y es que los primeros son sólo aparentemente buenos y los segundos se han convertido en malos porque los caminos de la bondad fueron cerrados uno a uno.

Ambos, sin precisar ni confesar, matan. Matan a los que aun no hemos muerto de miedo. Asesinan la libertad de subir y bajar las calles, de vivir la noche que antes era espléndida y ahora es un nudo de temor ante el tableteo de la metralla y el ulular de las sirenas. Liquidan la alegría que significaba pensar en el futuro de tus hijos porque si el presente es de horror el porvenir ni idea de que nos falta por ver.

Afuera hay alguien desangrándose en este mismo momento mientras otros cuerpos que fueron vivos ahora se pudren apenas olfateados por los perros. Mañana los encontrarán para relegarlos al olvido, igual que cuando estaban vivos y eran un cero a la izquierda, invisibles para una sociedad que pondera el éxito y el consumo de lo superfluo.

Pero todos ellos eran parte de otros, igual de despreciados e invisibles; fueron de su carne y de su sangre y ahora son de sus lágrimas y su dolor. Dolor que nadie comparte porque son etiquetados como escoria por los que se dicen buenos, los buenos que no les tuvieron compasión ni cuando fueron vida menos ahora que son muerte.

Porque en el exterior nadie estamos seguros mejor nos encerramos. Tapiamos puertas y ventanas para que no entren las balas, ni los extraños. Ponemos candados y cerrojos para que el mal no alcance nuestra vida. Construimos muros y sobre ellos picos que laceren; instalamos luces y alarmas que alerten y hagan desisitir a los intrusos. Apretamos los ojos y los puños ante una realidad que nos acongoja y que hace que la felicidad diaria se nos vaya de las manos.

Quién parará la maldad, la guerra, el desprecio por los otros, la indiferencia ante los diferentes?
Quién abrirá de nuevo las puertas y ventanas para que entre la luz y la confianza?
Quién franqueará el paso a los distintos para enriquecer nuestra humanidad?

Quién si no nosotros?
Quién sin nosotros?




jueves, 31 de marzo de 2011


El Sol nace por Oriente
y por Oriente
un nuevo sol se ha echado a andar
justo en las entrañas de Japón


sus radiaciones incoloras
llegan al aire y lo saturan
no funciona esconderse
hay que huir

no es fácil dejar todo
el Fuji nevado
los duraznos en flor
los almendros


¿para cuántos habrá futuro?
el dios Plutonio y el dios Uranio
son inescrutables
el futuro se ha transformado

T.S.




El enojo de la Tierra


Nuestro bello planeta convulsiona respondiendo con muerte intempestuosa a la muerte gradual que le hemos ido recetando con contaminaciones diversas a sus profundas aguas, a su atmósfera de vida y su suelo mancillado por la industris de todo tipo; amén de la deforestación que es como si le cortáramos los brazos y manos que nos dan sombra al tiempo que regeneran el aire que viciamos a diario, a la desecación de plateadas vías de frescor que se han apagado por el pie, la mano y el cerebro humano que anteponen el vicio a la virtud, que prefieren el dinero a la salud y la vida.

Ahora es Japón quien sufre el devastamiento producido por un mar que enfurece y reclama; casi inmediato es cimbrado por la testarudez y soberbia del hombre que cree dominar a la naturaleza y ésta le cobra el golpe y la ofensa: lo nuclear no es juego

La potencia inconmesurable contenida en la dimensión infinitesimal del átomo ha sido manejada por la humanidad con la excusa de servir a la humanidad. Pero si el hombre es falible la naturaleza es exacta. Prodigiosa y matemáticamente precisa. El cerebro humano pretende pero es aún incapaz de descifrar sus fórmulas, el precio que se paga es alto.

¿Cuántas párticulas están ya en la atmósfera otrora sanamente respirable? ¿Cuántas en los océanos alimentando con la muerte a sus habitantes? ¿Cuántas en los cuerpos de quienes más cerca o más lejos viven y trabajan en aquella nación con la experiencia más negra proveniente de la energía atómica?

Abrir la puerta a la fusión-fisón nuclear es desencadenar procesos que no concluyen nunca, al menos no en los términos de la vida de los hombres; es dejar en pie peligros mortales para las generaciones venideras quizá con la esperanza que ellas aprendan y sepan mejor que ahora conducir el desarrollo de esta fuente de energía.

Pobre la población de Japón que está siendo ahora mismo invadida por la invisible mano de la radiación. Las consecuencias en mutaciones del ADN de los seres vivos es imprevisible e irremediable. La dignidad, honorabilidad, valores tradicionales se vieron rebasados por el interés más moderno de la ganancia y la competitividad. No fue necesario enemigo externo, sus propios empresarios son sus verdugos.

Pobre de la humanidad toda, que de esto, a todos nos toca.



miércoles, 16 de marzo de 2011

Tantos muertos en su haber, les dejará dormir su conciencia, si la tienen?

No sólo son 35 mil víctimas de muerte violenta, sino que la violencia ejercida y demostrada es extrema, más allá de todo pronóstico, más allá de la imaginación más desatada.

Se ha superado el horror imaginable de cualquier pesadilla, Dante no encontraría en los círculos del infierno escenas más grotescas, sufrimientos más terribles.

Cómo habrán de vivir quienes han perdido a un ser querido cuando éste ha desaparecido y luego encontrado envuelto en bolsas de plástico, en pedazos; o la cabeza en una hielera un día y el resto nunca recuperado. ¿Cómo puede sanar un dolor así, una pérdida así?

¿Cómo pueden Calderón y el gobierno de Estados Unidos aseverar que la guerra, perdón, no es guerra, es lucha, va dando resultados? Haber enlutado a 35 mil hogares de mexicanos es avanzar? Y no nos escudemos o excusemos en que eran delincuentes, lo cual no se probará, porque, como dice el general jefe de policía de Torreón, para qué interrogarlos hay que matarlos. Exterminarlos porque son la escoria sin asumir que esa masa de muertos presuntamente delincuentes no fueron resultado de generación espontánea.

¿Cómo se puede vivir en un país así? La mitad de la población se regocija de la muerte violenta ("merecida") de decenas de miles de pobres ; si acaso se conduele o reacciona ante el asesinato, por equivocación y por excepción, de algún encumbrado, o más o menos.

Ante esto, un amigo opta por irse del país, otro más ha decidido ya bloquear ojos y oídos ante esta vorágine de sangre. Una misma ya no sabe si desear que los hijos y nietos lejanos regresen o permanezcan a salvo donde están. Qué solos estamos. Cada uno recluido en la seguridad de su hogar, aislado, apesadumbrado, ensombrecido. Malditos sean quienes nos han llevado a este estado de cosas. 35 Mil veces malditos, y contando...

E.
J.

martes, 1 de marzo de 2011

Gobierno fallido




Colapso del sistema de seguridad en México



Los cuestionamientos a Felipe Calderón de cómo llegó al poder en 2006, a través de un Golpe Militar “técnico”, con francotiradores apostados dentro del Palacio Legislativo, producto de un proceso electoral tramposo, manipulado desde las instituciones encargadas de arbitrar los resultados electorales y con la aquiescencia de los poderes legislativo y judicial, lo llevaron a buscar mecanismos para legitimar su gobierno.

Éste fue el móvil, y no otro, que hizo que Calderón declarara la “Guerra Contra el Narcotráfico” el 22 de enero de 2007; antes, ataviado de vestimenta militar, el 4 de enero del mismo año en Michoacán, rendía tributo a los soldados y desafiaba con operativos conjuntos al narcotráfico. ¡Un palo al avispero! Felipe Calderón, sin un plan, sin análisis y estrategia alguna, lanzó una Cruzada Nacional contra la Delincuencia, con la que prometió ganar la “guerra” al crimen organizado, ahora negada por él mismo. El término es casi el mismo al de Ernesto Zedillo que lanzó la Cruzada Nacional contra el Crimen y la Delincuencia el 26 de agosto de 1998 y en enero de 2001, Vicente Fox Quesada convocó a la Cruzada contra el Narcotráfico y el Crimen Organizado.


Ante integrantes de su gabinete y gobernadores, soberbio y ufano, Calderón presentó en aquel entonces como ''avances'' de su administración los operativos conjuntos de seguridad, el traspaso de 10 mil efectivos de las fuerzas armadas a la Policía Federal Preventiva, el aumento del presupuesto en seguridad y la unificación de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y de la PFP.1


Éste fue el inicio de la posición guerrerista de Calderón en el orden interno, misma que se da en un contexto de neocolonización, como pocas veces se había visto en la historia independiente de México (la dominación del Espectro Total), promovida desde Estados Unidos (EE. UU.) y con los mismos objetivos de la “Guerra contra el Terrorismo Internacional” decretada por George W. Bush, después de los ataques a las Torres Gemelas en septiembre de 2001.


Una clara e intencional imposición de un Estado de Excepción de facto impuesta por Washington a través de acuerdos bilaterales cupulares, tramados a espaldas de la sociedad, como son la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) firmada por Vicente Fox-Bush en 2005, y la Iniciativa Mérida, acordada entre Felipe Calderón-Bush en 2007; se trata de una embestida total y agresiva de las políticas neoliberales en nuestro país que amenazan los aspectos de energía, seguridad, autodeterminación y soberanía, y sobre todo, el sometimiento del poder armado del Estado mexicano y su sistema de defensa a los intereses de Washington, el último bastión de nacionalismo que tenía la nación para defender su integridad.


Lejos se trata de enfrentar el problema del narcotráfico o del terrorismo internacional, cuyas fuentes se encuentran en la política prohibicionista de las drogas encabezada por EE. UU., en el sistema económico-financiero especulativo, y en la actuación deficiente, más bien alcahueta de los aparatos de seguridad estadounidenses para el control del tráfico de armas y drogas, consumo y proliferación de estupefacientes.


Se evaden las causas centrales del problema. No obstante que en EE. UU. existe una prohibición de antaño para que la manu militari realice operaciones de seguridad y aplicación de la ley dentro de su territorio (Posse Comitatus Act, 1878), exportan la intervención militar en el orden interno dentro de su área de influencia en el ámbito global.



La lucha contra el narcotráfico, por tanto, no es un asunto central de combate al crimen en sí misma, sino la garantía para acceder a los recursos estratégicos, de anexión y ocupación territorial, de sometimiento de las fuerzas de seguridad (policía y ejército) a los mandos del Pentágono, ya que EE. UU., se arroga ser el gendarme mundial; ¡Eh aquí! los soportes de la expansión del capitalismo neoliberal: empresa, estado y ejército, que hoy amenaza con la extinción de la humanidad.


Desde la visión geopolítica actual, los Estados no desaparecen, sino que les corresponde encargarse de la política a través de la diplomacia y de la acción directa, esto es, hacer uso de la fuerza explícita para mantener el statu quo dentro de un contexto de lucha por la hegemonía global.2 Un imperio como el capitalista, en el siglo XXI, requiere de una elaborada arquitectura militar para poder expandir, proteger y consolidar sus grandes intereses económicos; a ello se debe, en cierto modo, la militarización global.3


El gobierno de Calderón cayó en este juego, como una demostración de fuerza por la débil legitimidad y falta de capital político para gobernar, al igual que George W. Bush la tenía hasta antes de 2001, lanza a las calles a las fuerzas armadas trastocando el frágil equilibrio que históricamente ha existido en la relación civil-militar en México, lo que nunca se ponderó por sus consecuencias en la criminalización de los movimientos sociales, las miles de muertes, ejecuciones y desapariciones extrajudiciales contra civiles, las deserciones masivas de efectivos militares, el colapso del sistema de seguridad y defensa, así como sus desenlaces políticos.


Lo que conlleva un problema de fondo, que ha sido ignorado por las cúpulas de poder civil y militar mexicanos y estadounidense, inducido por la política intervencionista directa en los asuntos internos de México, a raíz de gobiernos entreguistas y apátridas, y los tratados bilaterales comerciales, de energía y de defensa: el vínculo entre el narcotráfico y las estructuras financieras.


Así, las políticas de fuerza policiaco-militares de Calderón, ya sea para legitimarse en el poder o combatir al narcotráfico, abren espacios de oportunidad para que EE. UU. promueva su agenda de seguridad hacia México y al resto de América Latina: a través de la Iniciativa Mérida articulada a su proyecto expansionista, que ahora amenaza con una inminente intervención militar al territorio mexicano.


Esta situación exaspera ahora a los altos mandos militares, cuando ellos mismos aceptaron entrar en el juego de Calderón y permitieron la intervención de EE. UU. a través de la Iniciativa Mérida: inmiscuirse en los asuntos de seguridad, esto es, el alto mando militar, ya había abdicado en su misión constitucional de Defensa Nacional, ¡Ahora, de qué se queja!


Lógico, la “guerra contra las drogas”, inducida desde Washington, es una maniobra encubierta para intervenir militarmente a México, que ninguna agencia de inteligencia percibió en su momento,4 con la justificación de más seguridad como reclamo social en el orden interno y con el maquillaje de ayuda humanitaria en el orden internacional, debido a la incapacidad del gobierno para proteger a sus ciudadanos y controlar la inseguridad, convertida hoy en día, a través de una operación de propaganda dirigida desde Estados Unidos, como amenazas de larga data, a su seguridad nacional.


México no es un Estado Fallido, el Estado mexicano tiene un gobierno fallido.


jueves, 3 de febrero de 2011

La muerte de don Samuel Ruiz nos dejó noqueados y hasta ahora no nos reponemos.
¿cómo podríamos?
Leímos todos los escritos que sobre él, su obra, su hacer y decir, se publicaron en los medios. Oímos a muchos hablar del obispo emérito. Bien, por supuesto,
¿quién se atrevería a hacerlo de otro modo?

Sin embargo, ver a miembros conspicuos de la derecha de este país,
condoliéndose de la muerte del tatic, nos provocó repulsión.
Sus palabras o gestos se convertían en sapos y culebras, en burla a la obra de ese ser magnífico en su sencillez que fue don Samuel,
sacerdote, guía y amigo de los pobres, y de entre ellos,
de los indígenas, que se dolían justamente de que las autoridades
se hubieran apropiado de su funeral, dejándoles a ellos, los verdaderos dolientes
como simples espectadores.

Lo último que hemos leído es que Calderón visitó la tumba de quien en vida no le mereció apoyo ¿cómo habría de valorar la labor de quien ejerció, supuestamente su misma fe pero a distancia de años luz de su práctica cristiana?

Y el día que visita Chiapas con ese motivo de falsa condolencia, pero que en realidad es sólo lo que él (o sus asesores) consideran políticamente correcto, resulta que unos feligreses le llaman ¡asesino!, término correcto para quien ha desatado una marea de sangre imparable, pero es excusa suficiente para que miembros del estado mayor presidencial agredan a los valientes y lúcidos mexicanos (y de paso a un extranjero, daño colateral argentino).

Ni lavándose la boca mil veces con agua que llaman bendita, podría estar en condiciones Calderón de mencionar a don Samuel sin caer en pecado. Digo para aquellos que creen en una religión casi del todo desprestigiada a excepción de y por esos hombres y mujeres que realmente son consecuentes con una doctrina que habla de estar del lado de los pobres y hacen de su vida un compromiso y una lucha constante y decidida en su nombre.

Que todos seamos como don Samuel para enfrentar a aquellos que son falsedad, hipocresía y perversidad, como Calderón y la caterva que domina al pueblo.

Ojalá no tardemos demasiado en levantar cabeza y descubrir que los arriba no pueden tener más fuerza que los de abajo, que somos muchos más.





lunes, 10 de enero de 2011

Inicio retardado de año

Agotadora pero también necesaria la pausa en la rutina, el trabajo, las obligaciones normales, para dar paso a otras obligaciones, éstas de carácter amigable, respetuoso, en el seno de las relaciones familiares o de amistad. Mucho ir y venir, lejos y cerca, a lugares incluso fuera del país, para renovar el amor por los nuestros, ellos, los que nos cobijan en el recuerdo pero ahora de manera directa lo hacen, y lo devolvemos nosotros del mismo modo. Renacer en este contacto para tomar fuerzas hacia un año de pronóstico reservado.
Podrá ser peor que el que acaba de terminar, funesto 2010? Esperamos con ansia que no, tanto dolor social no debía aguantarlo el corazón; debía estallar en mil pedazos que florecieran en nuevas y mayores esperanzas y acciones, de muchos, de todos los que sufren, para transformar el país, el planeta.
Regresamos, nos volvemos a ir, retornaos de nuevo y recogemos al llegar
la sangre y las lágrimas que siguen vertiendo las víctimas de esta ola sin cauce de violencia, que atropella todo, que lo arrolla ante nuestra vista y nuestra inacción. Tendremos que hacer algo, mucho, porque esto es ya imposible, genocida, crimen de lesa humanidad.
Damos inicio, de manera retardada, a nuestro año.
Veremos cómo va. Veremos qué hacer