viernes, 30 de abril de 2010

Cinismo e impunidad

Acabo de leer que los niños muertos en Nuevo Laredo en un retén del ejército, murieron por causa de esquirlas de una granada lanzada por sicarios. Lo dice el procurador de Justicia Militar, o sea, Palabra de Dios. Qué chulada! ellos mismos se "investigan", "juzgan" y absuelven.

Qué esperábamos? Somos ingenuos? para usar la palabra que puso de moda el affaire Sabina-Calderón. Lo increíble es que haya gente pueda tomar como creíble la versión militar. El mundo al revés, patas arriba, como dice el querido Galeano; en torno a la masacre de San Juan Copala, donde una caravana de Observadores fue atacada, con resultado de heridos y dos muertos, una nacional, Bety Cariño, y un ciudadano finlandés, Ulises Ruiz ya responsabiliza del atentado a gente de la oposición a su gobierno: Cué, APPO, qué más da, todos menos él.

Calderón, se entrevistó con algunos padres de los niños del a guardería ABC -nomás le tomó casi 11 meses decidirse a recibirlos. Falta que sean declarados culpables los mismos padres, o peor aún, los infantes; total, quién les manda estar en el lugar y tiempo equivocados.

En este país surrealista todo puede pasar. Cuerpos armados agreden y extorsionan, pero los extorsionados resultan culpables: 3 indígenas fueron acusadas de secuestrar a seis AFIS. 3 mujeres (una de ellas embarazada) pudieron someter a 6 agentes entrenados y armados! La "Justicia" las encontró culpables para, después de 3 años para una y casi 4 para las otras dos, liberarlas. Así, como si la prisión hubiera sido un día de campo. Se logró la libertad por el trabajo del centro Prodh y la presión ejercida por la sociedad civil, de otra manera la autoridad hubiera seguido montada en su versión.

La justicia, civil o militar, huele a cadáver. Simplemente no existe. El poder judicial, viciado, ciego, cínico no es cuestionado mas que por los centros de derechos humanos. Si nos fijamos, el poder legislativo está en el ojo del huracán de las críticas mientras que la Justicia nada de muertito por las aguas putrefactas del sistema. La elaboración de las leyes justas pero más su cumplimiento es urgencia para rescatar con vida una sociedad dividida, que maltrata y desprecia a quien carece de poder.




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