jueves, 19 de agosto de 2010


El mal y sus autores


Eduardo Ibarra Aguirre. UTOPÍA


Norberto Rivera Carrera, por medio de su vocero Hugo Valdemar Romero, expresó su “total solidaridad” con su homólogo de Guadalajara, Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez, quien “con tanta valentía ha denunciado el mal y a sus autores”.


El mal es la aprobación por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por nueve votos contra dos, del derecho que tienen los matrimonios de homosexuales y de lesbianas a adoptar menores en el Distrito Federal, a tono con las reformas aprobadas por la Asamblea Legislativa de los artículos 146 y 131 del Código Civil, el 21 de diciembre de 2009.


Sus autores son los nueve ministros de la SCJN, excepto el presidente Guillermo Iberio Ortiz Mayagoitia y Sergio Aguirre Anguiano, además de Marcelo Ebrard Causabón y el Partido de la Revolución Democrática, atenidos a las tesis decimonónicas del tapatío, emitidas en la capital hidrocálida el domingo 15, a saber:


“¿A ustedes les gustaría que los adoptaran una pareja de maricones y lesbianas”, preguntó a los colegas un histérico cardenal. Y dijo mucho más: la resolución de la Corte “obedece a intereses internacionales” del malthusianismo “que están empeñados en que la población del mundo disminuya” y “han lanzado una serie de medidas desde hace varios años como la anticoncepción, el aborto, el amor libre, la perversión de la niñez y la juventud, la píldora del día después, el divorcio y el matrimonio entre homosexuales”.


“Perversión de la niñez y la juventud” aparte --y a la que tan destacados aportes hizo durante cinco décadas Marcial Maciel Degollado con la tolerancia papal y a la que contribuyen muchos sacerdotes, uno de ellos presuntamente protegido por Rivera Carrera--, el arzobispo Sandoval acusó: “Marcelo Ebrard junto con organismos internacionales, maiceó a los magistrados de la Suprema Corte, recibieron dádivas”.


Es notable la incapacidad en grado extremo de la jerarquía católica para defender sus respetables convicciones y postulados frente a un polémico tema, que fue definido por los nueve ministros con base al derecho constitucional a la igualdad y a la no discriminación, además del objetivo de contribuir a un cambio “hacia una sociedad más tolerante, más equitativa y más solidaria”.


Tan envalentonados y/o histéricos están los jefes del ejército de negro y sus fieles pero cada vez menos abundantes acólitos, que Juan Sandoval repitió sus acusaciones a la Corte desde los noticiarios de Televisa y Televisión Azteca, de Jalisco, sin que mediaran preguntas y sin límite de tiempo. Poco le importó, en apariencia, que en un hecho sin precedente y en forma unánime los 11 ministros censuraron sus declaraciones y le recordaron lo más elemental, éste es un Estado laico donde constitucionalmente existe una absoluta separación entre las iglesias –en plural-- y el Estado.


Ni una palabra arguyeron los jerarcas --que viven en luna de miel con Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa--, sobre la creciente diversidad familiar.


La familia nuclear –formada por padre, madre e hijos-- experimentó una disminución del 74.5 por ciento del total de hogares, en 1990, a 68.9 por ciento en 2005, de acuerdo al Consejo Nacional de Población; pero reportes de organismos civiles arrojan que disminuyó de 57.8 a 50.9 por ciento de los hogares. En tanto, la proporción de parejas sin hijos aumentó de 6.7 a 8.6 por ciento, los hogares monoparentales constituyen el 10.3 por ciento, y los hogares extensos (la familia más parientes) aumentó de 17.3 por ciento en 2000, a 22.5 por ciento. Y se calcula en un millón los hombres y las mujeres que forman parejas del mismo sexo.

Mas la realidad, compleja y diversa, no les importa. Sólo el dogma.




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